¿Cuál es la relevancia del análisis transaccional? 

Si te encuentras en pleno proceso de redacción de tu TFG, TFM o Tesis doctoral y no comprendes del todo bien qué es y para qué es efectivo el análisis transaccional, no te preocupes. En este artículo te detallaremos todo lo que necesitas saber sobre este término. ¡Léenos hasta el final porque puedes encontrar una solución aún mayor! 

¿Qué es y para qué es efectivo el análisis transaccional? 

Podemos definir al análisis transaccional como una metodología de la psicoterapia que contiene una cantidad de técnicas y herramientas efectivas para potenciar el desarrollo personal y crecimiento de los individuos. En este tipo de terapia, lo que buscarás es conseguir que tu paciente pueda alcanzar un estado de bienestar en todos los aspectos posibles, y para ello, es fundamental establecer un sólido plan de acción. Este plan de acción ayudará a guiar el proceso terapéutico y asegurará que se están tomando las medidas adecuadas para alcanzar los objetivos deseados.

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Concepto e historia del análisis transaccional 

El análisis transaccional es un sistema de psicoterapia que nació allá por el año 50 en plano siglo XX dentro del campo de la famosa psicología humanista. Fue ideado por el médico y psicólogo canadiense Eric Berne. Hoy en día, muchos de los paradigmas de esta metodología están cambiando. No obstante, su práctica sigue girando en torno a que el paciente pueda cambiar sus pensamientos, sentimientos y comportamientos. 

Berne estudió tuvo los primeros indicios para formular el análisis transaccional cuando en 1941 (en la Segunda Guerra Mundial) fue médico del ejército y trabajo en terapia de grupo para rehabilitar a militares que no deseaban continuar en el ejercito por causas psicológicas. 

En torno a ello, logró apreciar y establecer que cuando te sitúas frente a alguien y lo observas, puedes detectar cambios de estado simultáneos y que afectan el vocablo, la postura, los gestos y la expresión facial. Estos cambios son normales en todos los individuos, independientemente de su edad. 

Técnicas del análisis transaccional

La terapia del análisis transaccional posee una serie de técnicas y métodos que son los siguientes: 

• Ego: se distinguen tres estados del ego: padres, adultos y niños. Esto va en relación a las tres partes fundamentales que componen la personalidad humana. Cada uno de estos estados refleja comportamientos, pensamientos y emociones. Te detallaremos sobre ellos más adelante, así que continúa leyendo. 
• Comunicación: la comunicación es fundamental en la creación de transacciones. Este aspecto es fundamental porque una buena y positiva comunicación con los estados del ego dan lugar a transacciones más optimas. Esa buena comunicación puede ayudar a evitar conflictos entre los estados del ego que hemos desarrollado anteriormente. 
• Guiones inconscientes: estos guiones sirven para analizar los aspectos inconscientes del paciente. Utilizarás los estados del ego para hacer ese tipo de análisis. Con esto conseguirás que el sujeto pueda comprender como es que los patrones y experiencias de su niñez intoxican su vida. 
• Trazos: esta técnica busca que el paciente pueda obtener aceptación y reconocimiento sobre su vida de forma más efectiva. Es importante que exista un refuerzo para que se pueda sacar el máximo potencial de motivación.
• Intimidad: la intimidad es un aspecto fundamental para los niños. Si un niño no tiene su propia intimidad, no podrá desarrollar su potencial. 

Estos conceptos y técnicas conforman las principales bases de este tipo de terapia. Según el efectivo análisis transaccional, el individuo tiene la capacidad de obtener un nuevo comportamiento. El objetivo que tienes es cambiar los patrones adquiridos desde niños de tus pacientes. 

Los “estados del yo” en el análisis transaccional

Durante sus años de estudio y trabajo, Berne tuvo un caso extraño, con un abogado de unos 35 años de edad. Esa persona afirmaba que no era ni adulto ni abogado, sino un niño. No era literal, porque fuera de la consulta era un abogado muy conocido y prestigioso, pero durante las consultas él se sentía así. De ahí, que Berne pudo denominar a este caso como “Adulto y el niño”. 

Al cabo de un tiempo, esto fue reformulado porque en ese mismo paciente surgió otro personaje o alter ego, el padre, que emulaba ser el progenitor del otro personaje. De ello, el médico y psicólogo canadiense estableció que esos tres estados se encuentran presentes en todas las personas y lo llamo “estados del yo”. 

En sus respectivas caracterizaciones, el padre se relaciona a las reglas, el orden, las leyes, los prejuicios y las opiniones que como niño el sujeto ha adquirido y experimentado a causa de sus progenitores. El niño, por el contrario, corresponde a todos los sentimientos y experiencias que esa persona haya pasado desde su nacimiento hasta los 5 años. 

La figura del adulto hace referencia a los datos calculados y adquiridos por medio del testimonio y la exploración personal. Este personaje se caracteriza por la capacidad de elegir respuestas y tomar decisiones, es decir, aprender por su propia cuenta. La labor del adulto es observar y analizar los estímulos o mensajes que envían y ver que tan útiles y fiables son. 

El Análisis Transaccional y las posiciones vitales

Según lo establecido por el análisis transaccional, existen cuatro posiciones vitales que resultan ser efectivas en su aplicación: 

Si yo estoy mal, tú estás bien

Se da durante el primer año de vida, el niño contiene un conjunto de sensaciones que le hacen sentir mal. Más allá de eso, disfruta de los momentos en los que es atendido por sus padres. El recuerdo de este aspecto, como la indefensión e incomodidad, además de la inferioridad de un infante, puede repercutir en un adulto a lo largo de su vida. Esto da como resultado un estado de desesperación y postración interior. 

Si yo estoy mal, tú estás mal

Esto ocurre cuando un niño puede moverse por sí mismo, incluso caminar. En ese momento, la criatura puede buscar y experimentar estímulos nuevos, lo que da como resultado una reducción de la atención que tuvo antes de ello. Cuando ocurren caídas o tropezones, el infante detecta que sus padres son cada vez más intensos a la hora de reprenderlo. Esto hace sentir que no solo él está mal, sino que el resto también. 

Esto puede afectar cuando el individuo, en terapia, se ve mal a sí mismo y al terapeuta.  

Análisis transaccional – Si yo estoy bien, tú estás mal

Este análisis transaccional ocurre durante el segundo y tercer año de la vida del niño. Es una etapa compleja donde se forma el carácter y es constantemente reprendido por los padres, lo que resulta en auto compensación de supervivencia. Esto puede generar el rechazo a otras personas y puede dar como resultado una psicología criminal. Es una postura propia de un padre o jefe arrogante, que prefiere la fuerza y el desprecio.

Si yo estoy bien, tú estás bien

Las posturas anteriores ocurren del nacimiento a los tres años, en diversos rangos, y por ente son inconscientes. No obstante, esta última es consciente ya que la percepción de lo bueno o lo malo del individuo no se relaciona a vivencias anteriores, porque es capaz de trascenderlo. Esta postura es una forma en que la autoestima no determina a otros aspectos como rivales y temibles y que, en consecuencia, genera un estado de bienestar. 

Es importante destacar que estas cuatro posiciones no son rígidas con respecto a los individuos. Eso quiere decir que no se vive exclusivamente en una de ellas. Los humanos van variando entre cada una de las cuatro. 

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